¿Se acuerdan de las aburridas clases de caligrafía del colegio? Todos teníamos que escribir de la misma forma y cualquier desvío de las normas era castigado con una mala nota. Para mí, fue un gran alivio cuando, por fin, ya nadie se metió en eso y me dejaron hacerlo como yo quería. Especialmente, porque nunca me gustó mucho escribir a mano y le rezo todos los días al que inventó el teclado de la computadora (y lo dice una grafóloga ¿eh?).
Años después, al estudiar grafología, entendí por qué a casi nadie le gustan las clases de caligrafía. Resulta que, al igual que los dibujos y el lenguaje corporal, la escritura nos permite proyectar nuestras preferencias, que a su vez reflejan nuestra personalidad. Ahora, con una hoja blanca y sin nadie que nos corrija, tomamos nuestras propias decisiones al escribir: a qué distancia del borde de la página empezar, qué tan grandes hacer las letras, si inclinarlas o escribir verticalmente, si usar cursiva o letra de imprenta, qué tan fuerte apretar el bolígrafo, a qué lado de la hoja poner la firma… Cada una de estas decisiones muestra algo de nuestra personalidad y nuestros talentos y también de los conflictos, miedos y preocupaciones que tenemos. Al escribir, nos expresamos sin darnos cuenta, de manera completa y sincera.
Años después, al estudiar grafología, entendí por qué a casi nadie le gustan las clases de caligrafía. Resulta que, al igual que los dibujos y el lenguaje corporal, la escritura nos permite proyectar nuestras preferencias, que a su vez reflejan nuestra personalidad. Ahora, con una hoja blanca y sin nadie que nos corrija, tomamos nuestras propias decisiones al escribir: a qué distancia del borde de la página empezar, qué tan grandes hacer las letras, si inclinarlas o escribir verticalmente, si usar cursiva o letra de imprenta, qué tan fuerte apretar el bolígrafo, a qué lado de la hoja poner la firma… Cada una de estas decisiones muestra algo de nuestra personalidad y nuestros talentos y también de los conflictos, miedos y preocupaciones que tenemos. Al escribir, nos expresamos sin darnos cuenta, de manera completa y sincera.